Crudo retrato de la guerra, el colaboracionismo y la Resistencia. Tiene un ritmo por momentos demasiado pausado.
Hace unas semanas se estrenaba en nuestros cines En la niebla, una producción bielorrusa cuya acción se sitúa en la frontera bielorrusa, durante la ocupación de este país por parte de los nazis en 1942. Este trabajo del bielorruso Sergei Loznitsa venía de ganar el premio CIPRESCI en el Festival de Cannes, además de estar nominado a la Palma de Oro.
En la Niebla aborda un asunto pocas veces abordado en películas sobre la II Guerra Mundial: el colaboracionismo de una buena parte de la población local y las represalias de la Resistencia. Y es que, aunque hoy día todo el mundo muestre su rechazo al nazismo, la realidad es que en los países que estuvieron ocupados en los años 30 y 40, buena parte de sus respectivas poblaciones tuvo una actitud indiferente, cuando no colaboracionista, hacia sus invasores. Pero el director Sergei Loznitsa no utiliza un prisma político, sino moral. Con su cámara plasma la quiebra del pacto social entre los ciudadanos del país como consecuencia de la guerra. El protagonista de la película, hacia el final de la misma, viene a sugerir que en realidad dicha quiebra viene motivada por fobias, prejuicios y odios previos a la guerra.