jueves, 14 de marzo de 2013

Metrópolis

Máxima expresión del expresionismo alemán.



Hoy vamos a hablar de una de las obras más significativas del cine expresionista alemán. ¿Qué es esto del cine expresionista? A ver si soy capaz de explicaroslo. A principios del siglo XX (un momento en el que surgían diferentes tendencias culturales, incluidas las que luego se conocieron como vanguardias) surgió un movimiento cultural que se denominaría expresionismo. Este movimiento tuvo su influencia en muchos campos artísticos: pintura, literatura, música, cine, etc. Los autores de este movimiento buscaban mostrar las sensaciones y sentimientos que determinadas situaciones provocan en el ser humano. En lo que se refiere al cine, tras la I Guerra Mundial, se configura en Alemania un tipo de cine influenciado por este movimiento, cuyas principales características son: el contraste en la iluminación, el uso de decorados efectistas y el tratamiento de temas escabrosos como asesinatos en serie o la presencia de vampiros. Murnau, Wiene y Fritz Lang están considerados los principales directores de este tipo de cine. Hoy vamos a hablar de una de las obras más conocidas de éste último (sino la más conocida): Metrópolis. Pero hablemos primero del propio Lang.


Fritz Lang fue durante los años 20 y 30 uno de los directores alemanes más conocidos y reconocidos. Llevó a cabo películas mudas tan famosas como la propia Metrópolis o M, el vampiro de Dusseldorf. La llegada al poder de un señor bajito y con bigote, cuyo gobierno duró 12 años y no los mil que él había prometido, le obligó a exiliarse, primero en Francia y después en Estados Unidos. Allí comenzó a realizar películas sonoras de distintas temáticas: de propaganda antifascista como Los verdugos también mueren, o cine negro como Furia. Seguramente sus películas más conocidas sean las realizadas en su etapa alemana, y de entre ellas ésta de la que hoy os hablo.

Argumento


Metrópolis es una obra de ciencia-ficción apocalíptica, que nos sitúa en un mundo futuro dividido en dos grupos: los propietarios, que ven la ciudad desde la superficie, y los obreros, que están condenados a trabajar recluidos en un ghetto subterráneo, donde está ubicado el corazón de la ciudad. El hijo del soberano de la ciudad, con ciertos aires idealistas, visita ese ghetto subterráneo. Durante esa visita, se nos muestra de forma clara la alienación del trabajo asalariado y los efectos que éste tiene para los obreros. De hecho Freder (así se llama el hijo del dirigente de la ciudad) decide suplir a uno de los obreros. Esta es en mi opinión una de las partes de la película en la que más a las claras se ve la intención de la obra como obra expresionista. Las filas de obreros saliendo del trabajo cabizbajos y faltos de energía aportan una interesante y realista (aunque quizá exagerada) visión. En ese momento aparece en escena María, una figura que defiende a los trabajadores, si bien no defiende una vía insurreccional o revolucionaria, sino que les pide que esperen la llegada del "Mediador", quien unirá las dos clases sociales.

El trabajo de María no es visto con buenos ojos por Fredersen, el soberano de la ciudad, quien conspira junto al científico Rotwang para suplantar a la heroína, a través de un robot inventado por el propio Rotwang. Este robot deberá provocar disturbios, para así legitimar la represión hacia los trabajadores. Lo que Fredersen desconoce es que este robot tiene el alma de la ex-mujer de Rotwang, quien tuvo un affaire con el dirigente de Metrópolis, y falleció al dar a luz a su hijo Freder. Así, el malvado Rotwang secuestra a la María de carne y hueso y la sustituye por el robot, quien no sólo promueve los disturbios de los que hablábamos anteriormente, sino que convenze a las masas proletarias de que deben destruir las máquinas que sostienen el tendido eléctrico de la urbe.

Finalmente, las masas persiguen a la falsa María por la ciudad, la atrapan, la atan a una estaca y la dan fuego, para así darse cuenta de que ésta es una impostora. Freder observa a María huyendo del pérfido Rotwang por los tejados de la ciudad, por lo que acude a ayudarla. Tras unos momentos de tensión y lucha entre Freder y Rotwang, éste se precipita por el tejado hacia el suelo de la ciudad.

En los minutos finales de la obra, el magnate Fredersen y los trabajadores de Metrópolis se reconcilian, con la intermediación de su hijo Freder, bajo la consigna de que "El corazón ha de ser el mediador entre el cerebro y la mano"

Referencias


El final que mencionaba anteriormente, además de un tanto naíf, se ha interpretado como una referencia al pensamiento nacionalsocialista, una de cuyas características era el trabajo interclasista y la negación de la lucha de clases. De hecho, años después el propio Fritz Lang declaró no sentirse identificado con el guión escrito por Thea von Harbou, que en aquel momento era su mujer. Tanto von Harbou como el intérprete del científico Rotwang, Rudolf Klein-Rogge, abrazarían posteriormente el nazismo, a diferencia del propio Lang que, como mencionaba al principio, abandonaría Alemania una vez que Hitler llegaba al poder.

Metropolis también cuenta con claras referencias al cristianismo. La heroína se denomina María, ésta anuncia la llegada de un "profeta" (Freder), además de la figura del falso profeta: el robot.

Conclusiones


La reconstrucción de Metrópolis, aunque quizá muy artesanal vista desde una óptica actual, es sin duda impactante para la época, e influencia posterior de otros clásicos de la ciencia-ficción, como Blade Runner.

Las interpretaciones de los principales protagonistas pueden resultar un tanto histriónicas, aunque hay que contextualizarlas dentro del cine mudo de la época, donde la mímica tenía un papel fundamental.

En definitiva, un clásico del cine mudo, y del expresionismo alemán, que todo cinéfilo está obligado a ver, aunque sólo sea para poder opinar del mismo.

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