martes, 16 de julio de 2013

La vida de una gran mujer y pensadora llevada al cine: Hannah Arendt

Un biopic de calidad, que reconstruye la personalidad de una de las mentes más importantes del siglo XX, a partir del juicio contra Adolf Eichmann.



Margarette von Trotta, directora alemana, es una autora con querencia a hacer películas cuyas protagonistas son mujeres, especialmente mujeres minorizadas por la Historia oficial, como la religiosa Hildegard von Bingen o la dirigente marxista alemana Rosa Luxemburgo. En este caso, von Trotta ha elegido a otra alemana, la brillante filósofa Hannah Arendt, autora de obras del pensamiento político imprescindibles como Los orígenes del totalitarismo o Eichmann en Jerusalén. La cineasta alemana toma como base de su película este último libro, una recopilación de las crónicas periodísticas escritas por Arendt a raíz del juicio celebrado en Israel contra el ex-dirigente nazi Adolf Eichmann, secuestrado por un comando del Mossad en Argentina en 1960.  El resultado final es no sólo una brillante adaptación de este libro, sino una lectura profunda de Arendt en sus múltiples dimensiones: mujer, profesora...

Se simpatice más o menos con su pensamiento, es innegable que la filósofa alemana Hannah Arendt está, con merecimiento, entre los pensadores más importantes de todo el siglo XX. La lectura del libro "Eichmann en Jerusálen" me resultó sumamente interesante y enriquecedora. El frio análisis de los hechos que conllevaron al Holocausto nazi, la colaboración de las organizaciones sionistas alemanas con el régimen nazi, la colaboración de muchos de los países ocupados por los nazis en la deportación de judíos, con actitudes antagónicas que fueron desde la rotunda negativa a deportar judíos de Dinamarca hasta la profusión de pogromos llevados a cabo por Rumanía, donde los nazis debieron frenar en más de una ocasión a los dirigentes rumanos en su ímpetu homicida hacia la etnia judía y gitana. Pero, sin duda, la última frase del libro fue la que resultó más polémica de todo el mismo: "Fue como si en aquellos últimos minutos [Eichmann] resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes" Esa definición del responsable del transporte de los judíos deportados a los campos de concentración molestó a mucha gente, pero es una muestra indudable de la valentía de Arendt, judía alemana obligada a exiliarse tras la victoria del nazismo en 1933. Como curiosidad, el politólogo estadounidense Norman Finkelstein, en su libro La industria del Holocausto, afirma que Arendt y Chomsky fueron los únicos intelectuales judíos en Estados Unidos que tuvieron relación directa con Israel antes de 1967.

Dejando a un lado el libro, la película nos muestra una fotografía poliédrica de la autora alemana. Por encima de todo, von Trotta retrata una mujer con agallas y mucho carácter, interpretada de manera magnífica por la actriz Barbara Sukowa. Arendt lleva la defensa de sus posiciones hasta el punto de generar conflictos personales con algunas de sus amistades. La pensadora germana es capaz de manejarse y hacerse valer en un ambiente hegemonizado por los hombres, como es el ambiente académico e intelectual de los Estados Unidos de principios de los 60. El desarrollo del juicio contra Eichmann está ilustrado por imágenes reales del juicio, así como de los testimonios del propio Eichmann. Esta fórmula es todo un acierto, pues aporta un innegable realismo y desmitifica la figura del dirigente nazi.

Si bien la mayor parte de la película transcurre en el período que corresponde al juicio contra Eichmann, la película introduce varios flashbacks de la juventud de la filósofa alemana, especialmente de su relación con el filósofo alemán Martin Heidegger, profesor y amante de Arendt, así como simpatizante del partido nazi. Pienso que esta es la parte menos lograda de la película, pues en cierta medida sugiere que su relación con Heidegger influye en la visión de Arendt respecto del nazismo en general y Eichmann en particular. No creo que esto sea correcto, pues Arendt rechazó ya en los años 30 la política de adaptación al régimen nazi, a diferencia de muchos intelectuales alemanes de la época.

Mencionaba anteriormente cómo la película muestra una Hannah Arendt fuerte y con mucha personalidad. Hay una única excepción a lo largo del filme, que tiene lugar tras recibir una carta de un detractor en tono muy duro y agresivo. Posteriormente, Arendt mantiene una conversación íntima con su secretaria sobre su padre, momento en el que rompe a llorar. Es ésta una secuencia perfectamente interpretada por la actriz Barbara Sukowa, y que humaniza una figura quizá excesivamente fría hasta ese momento.

El filme también muestra las consecuencias personales que para Arendt tiene la defensa de sus posiciones: la incomprensión de muchas de sus amistades, tanto en Estados Unidos como en Israel y, en algunos casos, la ruptura total de relaciones como consecuencia de su obstinación en la defensa de sus tesis, ilustrada en la secuencia final de la película, en la que Arendt ofrece una disertación académica en el Campus de la Universidad, al finalizar el cual su amigo Hans Jonas le anuncia la ruptura de su amistad.

En resumen, Hannah Arendt toma como base el libro de la autora alemana para construir una obra que nos ilustra sobre su personalidad y parte de su profundo pensamiento, sin caer ni en el hastío de la sobreexposición filosófica ni en una banal superficialidad. Una película recomendable para conocer más de una de las mentes más brillantes que ha dado el siglo XX.


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