Una película que será imprescindible referencia en el futuro para todo amante del buen cine fantástico y de aventuras.
Con casi total seguridad, en el futuro el nombre de Peter Jackson irá unido indefectiblemente a la magna obra de traslación al séptimo arte de los trabajos de J.R. Tolkien. Tras el titánico esfuerzo de trasladar a la gran pantalla la trilogía más famosa del escritor inglés: El señor de los anillos, el director neozelandés ha adaptado al cine otra de las conocidas obras de Tolkien: El hobbit.
Esta misma semana se estrenaba en los cines del Estado Español esta
película que, como era de esperar, ha eclipsado el resto de los
estrenos.
En esta ocasión, Jackson nos narra las peripecias del tío de Frodo Bolson, Bilbo. La película comienza con un prólogo, en el que se nos cuenta cómo el dragón Smaug
se hizo con Erebor, la Montaña Solitaria, y obligó a los enanos que
vivían en ella a huir del lugar. Posteriormente, Peter Jackson nos
ofrece un guiño nostálgico, al recuperar al Bilbo Bolson de la trilogía
de El Señor de los anillos (Ian Holm) y a su sobrino (Elijah Wood) A
continuación, Bilbo comienza a contarnos las aventuras vividas junto a Gandalf el Gris,
a quien ya conocíamos previamente. De esta forma, se nos presenta a los
nuevos personajes de esta trilogía: el rey de los enanos Thorin y los
12 acompañantes de su raza. Tras muchas dudas, Bilbo acepta la empresa
que le proponen: ayudarles a recuperar el que fue su hogar. Para ello,
deberán enfrentarse a trasgos, orcos y, sobre todo, a una siniestra
criatura conocida como Nigromante, a quien el rey Thorin ya se había
enfrentado en Erebor y daba por muerto.
Uno de los momentos clave de la película
es cuando Bilbo Bolson se encuentra con Gollum y se hace con el anillo
único. Se trata de una secuencia en la que encontramos los rasgos
esquizofrénicos ya conocidos de la criatura Gollum, lo cual facilita un
relajo cómico del espectador. La tensión está mantenida de forma
acertada y el desenlace (Bilbo perdona la vida del anterior propietario
del anillo único) nos recuerda el consejo que Gandalf le proporcionaba a
Frodo en La Comunidad del anillo: No juzgues de forma ligera quién ha
de vivir y quién ha de morir. Una frase que, de otra manera, también
repite Gandalf en El hobbit, en este caso con Bilbo como destinatario.
El hobbit: un viaje inesperado es una
película larga (170 minutos) que, sin embargo, no resulta pesada ni
aburrida en ningún momento. Tiene una espectacular fotografía
a cargo de Andrew Lesnie y, en general, una brillante recreación de los
espacios naturales: el hogar de los elfos Rivendel, la población de
Hobbiton, la casa del bosque de Radagast o la cueva de Gollum. Otro
elemento destacable es la banda sonora de Howard Shore, quien hace que
no sintamos nostalgia por la banda sonora de El señor de los anillos y
que acentúa la emotividad de los momentos más dramáticos, así como el
vértigo y la tensión de los momentos de acción. El desarrollo de la
historia intercala épica, dramatismo y humor, éste último en ocasiones
un tanto forzado, aunque en ningún momento resulte excesivo. Los actores
están correctos en sus actuaciones, en especial Martin Freeman, a quien
conocíamos de series como Sherlock o películas como 300.
Para quienes no conocíamos la obra de
Tolkien, resulta llamativo que un libro de 200 páginas se conviertan en
tres largometrajes de más de 2 horas. Teniendo esto en cuenta, era
lógico pensar que la película tendría muchos elementos añadidos, y así
ha sido: el mago Radagast es uno de ellos. No obstante, quienes conocen
la obra de Tolkien afirman que, en rasgos generales, el film respeta el
espíritu de su obra.
Resulta inevitable establecer
comparaciones entre El hobbit y las películas previas realizadas por el
propio Peter Jackson. En ese sentido, y siempre según la humilde opinión
de este bloguero, las batallas que tienen lugar a lo largo de la
película no están a la altura de, por ejemplo, el combate de Minas
Tirith de Las dos Torres o el asalto a Gondor de El retorno del rey.
Suponemos que en las próximas secuelas podremos comprobar si dichas
pugnas son cinematográficamente insuperables o no. En definitiva, El
hobbit es una referencia inevitable para todo amante del buen cine
fantástico y de aventuras, que nos ofrece una magnífica factura técnica,
una aceptable interpretación y una historia compacta, divertida y con
un final abierto a las secuelas.
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