jueves, 7 de febrero de 2013

Apocalypse Now: descenso a los infiernos

Una obra maestra del género bélico y del cine, con un reparto de lujo y una dirección espléndida.



"Me encanta el olor a napalm por la mañana. ¿Hueles eso? Huele a... victoria." Pocos diálogos pueden llegar a expresar tanto con tan pocas palabras. En 1979, Francis Ford Coppola dirigía y producía esta espeluznante y personal adaptación de la novela de Joseph Conrad En el corazón de las tinieblas, trasladando la acción del Congo belga al Vietnam de la guerra. Apocalypse Now acaba siendo un magnífico alegato antibélico. La película comienza con una secuencia sin diálogos en la que se nos muestran algunas de las consecuencias de la guerra. Posteriormente, se nos introduce el personaje y la trama principales. Al capitán Willard, interpretado correctamente por Martin Sheen, le asignan la tarea de acabar con un coronel díscolo que está haciendo su particular guerra: Walter Kurtz, encarnado por un inigualable Marlon Brando.

El mayor éxito de Apocalypse Now, en mi opnión, es el de profundizar en las consecuencias psicológicas que tienen las guerras para los protagonistas directos de las mismas. Quizá pueda echarse en falta un mayor protagonismo de las víctimas directas de estas guerras, y es que la población vietnamita juega un papel casi testimonial durante el largometraje. En todo caso, la película retrata a la perfección cómo hasta la persona más cuerda puede acabar completamente desequilibrada en un contexto bélico. El desarrollo de la trama muestra una colección de soldados a cada cuál más enajenado por culpa de la guerra, aunque sin duda quien se lleva el premio gordo es el teniente coronel Kilgore, interpretado por un inconmensurable Robert Duvall, quien sin ningún remilgo ordena a sus soldados que practiquen surf en una playa junto a la aldea vietnamita que acaban de atacar, antes de pasar él mismo a coger olas. Esta secuencia, con el sonido atronador de la Cabalgata de las Valkirias de Wagner sonando de fondo, está ya, con merecimiento, en los anales de la Historia del cine.

Además de la secuencia que acabo de mencionar, hay otra posterior que me resulta aún más ilustrativa de los desmanes provocados por las guerras, y es el momento en que la tripulación comandada por Sheen aborda un barco vietnamita. Tras unos momentos de tensión, finalmente toda la tripulación es asesinada por culpa de... un perro. Si la secuencia en sí es sumamente elocuente, lo es todavía más el hecho de que uno de los soldados, para mitigar la culpa por haber asesinado a unos inocentes campesinos, decida cuidar del perro.

A medida que va avanzando la película, la voz en off de Martin Sheen nos va desvelando detalles relacionados con el coronel Kurtz, haciendo que comprendamos mejor sus acciones y motivaciones, a la vez que en el propio Willard surge una creciente empatía hacia su figura. Los minutos finales de la película nos llevan al corazón de la selva (de las tinieblas, si recordáramos la novela que inspira el film), donde descubrimos, en un ambiente apocalíptico, el poblado donde reside Kurtz. A pesar de lo bien caracterizado que está el aspecto lúgubre y ténebre de la aldea, y la magnífica interpretación inicial de Brando, estos minutos me resultaron lo más flojo del film.

Coppola demuestra un gran oficio a la hora de captar el horror de la guerra, la deshumanización que conlleva la misma y la grandeza de los helicópteros frente a la insignificancia de los vietnamitas que sufren los tormentos de la guerra. La interpretación de los actores principales es muy buena, destacando, además de Marlon Brando, Robert Duvall encarnando al desequilibrado aunque por momentos lúcido Kilgore. En definitiva, una de las mejores obras contra la guerra que ha dado el séptimo arte.

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