viernes, 4 de enero de 2013

Cinema Paradiso: oda al séptimo arte

Una película sobre el amor a las personas y al cine. Contiene uno de los finales más hermosos que este bloguero ha visto en una película.


He de decir en primer lugar que descubrí Cinema Paradiso a través del grupo vasco Joxe Ripiau, que publicó hace ya unos cuantos años un disco titulado Paradisu Zinema, en homenaje a esta película y al cine en general. Y es que Cinema Paradiso es, ante todo, un homenaje al cine. Pocas obras pueden jactarse de loar la historia del séptimo arte de la manera que lo hace esta película italiana de 1988, dirigida por Giuseppe Tornatore y galardonada con varios premios, incluido el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa.

Cinema Paradiso comienza en la Italia de los años 80 con Salvatore, el protagonista, recibiendo la noticia de la muerte de Alfredo. En ese momento todavía no sabemos nada de la relación entre Alfredo y Salvatore (o Toto) Tras la noticia, Salvatore rememora sus años de infancia, adolescencia y juventud. En esos momentos del metraje se nos presenta la vida de un pueblecito costero de la Italia de la posguerra, con varios personajes arquetipados: el sacerdote dado a la censura, el burgués local que decide la suerte de los trabajadores del pueblo, el que podríamos llamar "tonto del pueblo", etc. Y como testigo mudo de todas las vivencias del pueblo, Cinema Paradiso, el cine del pueblo controlado por el cura, en el que trabaja Alfredo como proyeccionista. A regañadientes debe cumplir las labores de censura que le encomienda el cura del pueblo, pues es él quien controla el cine.

La historia principal de la película es la relación entre Alfredo y Toto. Toto encuentra en Alfredo la figura paternal que no tiene, pues su padre ha desaparecido en la guerra, y Alfredo encuentra en Totto el hijo que nunca pudo tener. Se nos muestra la cada vez mayor complicidad entre el niño y el adulto, la atracción que siente Toto por el cine desde su más tierna infancia y la actitud de Alfredo reacia a que el niño siga sus pasos, pues es consciente de que acabará siendo desdichado.

El incendio del Cinema Paradiso es el clímax de esa relación de complicidad entre niño y adulto, y también un punto de inflexión en la historia que se nos cuenta. El cine es reformado con la aportación del capitalista local, lo que conlleva la relajación de la censura, Toto pasa a trabajar en el cine y vemos a un Alfredo malherido y, sin embargo, agradecido a Toto por haberle salvado la vida. Es a partir de este momento cuando se introduce una nueva historia de amor: la de Toto y Elena, una chica joven que acaba de llegar al pueblo.Tras varios vaivenes, finalmente Elena y Toto se enamoran. El destino, no obstante, les separa, algo que provoca una gran amargura en el joven Toto.

Más adelante, Alfredo convence a Toto de que abandone el pueblo en busca de un futuro mejor, con una frase que no por obvia es menos cierta: "La vida real es más difícil que la de las películas" En una escena nostálgica, le hace prometer que jamás volverá al pueblo.

Volvemos al presente. Salvatore realiza un viaje a sus orígenes para poder asistir al funeral de Alfredo. Se reencuentra con su madre, con su hermana y con todo lo que había abandonado en busca de un futuro mejor. También se reencuentra con un Cinema Paradiso ya en ruinas, que está a punto de ser derruido, y con el antiguo cura. La escena de la demolición del cine es de una gran carga simbólica, pues es también la ruptura definitiva con el pasado por parte de Salvatore, así como la destrucción de los recuerdos de toda una generación. En ese sentido, la cara de desolación y dolor del Padre Adelfio resulta más que expresiva.

Y con esto llegamos al momento culmen de la película: la proyección de una película que Alfredo había dejado a Toto como herencia. En una memorable y emotiva secuencia (ayudada por la genial banda sonora de Ennio Morricone), descubrimos que esa cinta contiene el montaje de todas las escenas que Alfredo había tenido que censurar a lo largo de los años, en uno de los mejores homenajes a la historia del cine y a la libertad que este bloguero ha podido ver.

Así, Cinema Paradiso es la suma de las relaciones de amor/odio de Salvatore: con Alfredo, con su madre, con su amada Elena y con el cine. El montaje final de la película (inicialmente iba a durar 150 minutos, que quedaron en 120) le otorga un ritmo adecuado, consiguiendo que no resulte pesada en ningún momento. Asimismo, las interpretaciones resultan muy convincentes, especialmente la química entre Salvatore Cascio y Phillipe Noiret. Es igualmente destacable la banda sonora de Ennio Morricone, una vez más inconmensurable.

En definitiva, una declaración de amor al cine, ese arte que a muchos nos emociona, y que sirve para contar historias, en este caso historias de amor.

Para terminar, os dejo con la canción de Joxe Ripiau a la que me he referido al inicio.

2 comentarios:

  1. Cinema Paradiso es una obra maestra del cine, ya es un clásico en el que se vive el cine con pasión y trata a las personas que les gusta el cine con mucho amor. Muy recomendable para los que no la han visto, se te ponen los pelos de gallina en ese esplendoroso final.

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    1. Muchas gracias por tu opinión Gerardo, que por cierto es el primer comentario del blog :-)

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